Karlita estaba de cumpleaños el viernes y Rony llegaba para su fiesta. Después de tiempo Erick, Jon y Frankie lo verían nuevamente. Una vez que se encontraron, todos enrumbaron a la casa de Karlita. Queriendo ahorrar dinero para gastarlo después, los cuatro optaron por ir en combi. Minutos después, se bajaban en una esquina y caminaban las dos cuadras respectivas.
Llegaron y saludaron a Karlita. En el lugar había invitados que ellos no conocían; para ser más exactos, ellos eran los únicos ex compañeros de colegio que allí estaban. Como las mujeres también escaseaban y el ambiente prestaba más para ser una chupeta que un baile, Frankie y sus amigos se apoderaron de unas cervezas, unos muebles en una esquina y a pasar el rato.
Después de tres horas, la gente se fue retirando, quedando únicamente el grupo de Frankie y otros más. En un momento Karlita apareció con una bandeja y varios shots de tequila. Retándolos a tomar uno cada uno, incluyendo ella, Frankie declinó la propuesta pues sabía que el corto lo tumbaría por completo, así que el suyo fue a parar a la anfitriona que tomó doble.
El efecto fue instantáneo. Karlita, de lo sana que estaba, empezó a estar más alegre que de costumbre. Rony empezó a balbucear palabras incongruentes. Erick aprovechó el desconcierto de todos para ir al baño y regresar el trago recién ingerido. Y Jon, seguía igual pues era el más ‘jarra’ de todos. Mientras tanto Frankie se alegraba de no haber sido partícipe del desafío.
Pero el peor de todos seguía siendo Rony. Se acercó donde Frankie y empezó a hablarle de cuánto quiso y quería a Karlita. Si había algo que Frankie no soportaba, era escuchar a alguien borracho de trago y amor por una chica. Así que le recomendó a su amigo salir a bailar para que se le vaya pasando. Tomando su consejo, Rony salió a bailar con los pocos que ya lo estaban.
En ese momento Karlita se acercaba alegre del otro grupo. Frankie vio como se sentaba al lado de Erick y después de hablar unos segundos con él, se lo chapaba así sin más ni más. En pleno estado de asombro, los ojos de Frankie coincidieron con los de Karlita. Esta se paró y levantó a Frankie contra su voluntad para que baile con ella. Después de un rato, Karlita le preguntó:
- ¿Te molestaste?
- No.
- ¿Por qué?
- Pues ¿Por qué habría de molestarme?
- No sé. Pensé que como yo te interesaba…
- No. Nada que ver.
- Ah. Porque a mí sí…
La música terminó sin que Karlita terminara la frase y una sonora mentada de madre hizo saltar a Frankie sobre sus pies y voltear la mirada para ver de dónde venía. Rony, que también había estado bailando, salía raudamente por la puerta de la casa seguido por Erick detrás de él. Jon se acercó a Frankie y mientras se reía le confirmó sus sospechas: ‘Se cagó. El huevón los ha visto.’
Una vez afuera los cuatro, las acusaciones entre Rony y Erick iban y venían de lado a lado de la calle. El primero lo acusaba de ser un mal amigo, una basura, un desgraciado, que ni le vuelva a hablar; mientras que el otro se defendía diciendo que nada había pasado, que nunca le había fallado y que todo era un mal entendido. En la casa de Karlita la fiesta desapareció, lo mismo que ella.
Temiendo que la cosa pase a mayores, Frankie trató de calmar a Rony quien, después de amenazar por última vez a Erick, se dio media vuelta y se fue despotricando contra su ahora enemigo. A Frankie no le quedó otra que ir tras él. Unas cuadras después, Jon los alcanzó en un taxi y después de dejar a Frankie, terminó llevándose a Rony a su casa.
Al día siguiente, preocupado por la amistad de sus amigos, Frankie organizó una reunión para los cuatro y así aclarar las cosas. Grande fue su sorpresa al ver a Jon y Rony llegar, y que este último se ría de lo ocurrido, decir que no pasaba nada, que todo ya estaba olvidado y que era el trago lo que lo había puesto así. Jon, que se había ido con él la noche anterior, corroboraba su versión.
Tomándoles la palabra, Erick, aliviado después de las palabras de Rony, también le puso fin al tema y todos terminaron brindando mismo comercial de Pilsen. Solo Frankie se había quedado pensando en dos cosas ese momento. Primero, en que nunca tomaría tequila en su vida. Y después, en qué habría querido decir Karlita con su ‘Porque a mí sí…’ mientras bailaban.