EL TUERTOPO
La siguiente obra en tres actos con epílogo, tiene por fin narrar los hechos acontecidos durante la mañana del día de ayer del corriente en la casa de quien escribe. Debido a su carácter de hecho de la vida real, puede contener material de naturaleza estúpida, no apropiado para algunos visitantes sensibles a la risa. Se recomienda la discreción de estos lectores.
Primer Acto
A las seis de la mañana, hora celeste y mágica en que la ciudad se alza de puntillas y da sus primeros pasos, me despierto como de costumbre para iniciar un nuevo día de mi apacible existencia. Al sentarme en la cama y ponerme los lentes, me doy con la sorpresa que mi ojo derecho está completamente borroso. Pensando que solamente se trata de un ojo matutinamente perezoso, lo mantengo cerrado hasta que se acostumbre al nuevo día. Pero al ver que después de levantarme y cambiarme de ropa este sigue caprichosamente igual, decido darle unos minutos más de oscuridad.
Segundo Acto
Cuando entro al baño y decido probar suerte nuevamente, esta vez para apuntar mejor, me doy con la sorpresa que sigo con el mismo problema. Aquí aparece la preocupación, pues ya ha pasado mucho tiempo para que sea solo un problema de ojo matutino. Algo grave debe de haber pasado para que esté tanto tiempo con este mal. Pensando que el glaucoma se ha adelantado o que la catarata ha incrementado su nivel en una noche o que solo es una supercool hysterical blindness, me armo de valor para girar y mirar en el espejo la monstruosidad que debo tener en el ojo derecho.
Tercer Acto
El reflejo me dice que le falta un cristal a mis lentes.
O_* !!
Epílogo
pd1. en mi defensa puedo decir que mi cerebro recién se enchufaba.
pd2. que muchas veces me despierto con algún ojo perezoso.
pd3. y que no acostumbro levantarme a las seis de la madrugada.
pd4. no se burlen, ya tuve mi peor castigo al buscar el cristal perdido.
pd5. ¿qué no? ¿a ver traten de encontar uno en la oscuridad y con un solo ojo?